Para que la historia no se repita, hay que recordarla; la impunidad, que premia al delito, estimula al delincuente.
Y cuando el delincuente es el Estado, que viola, roba, tortura y mata sin rendir cuentas a nadie, se emite desde el poder una luz verde que autoriza a la sociedad entera a violar, robar, torturar y matar. Y la democracia paga, a la corta o a la larga, las consecuencias.
La impunidad del poder, hija de la mala memoria, es una de las maestras de la Escuela del Crimen. A esa escuela acuden, hoy por hoy, muchos millones de niños latinoamericanos; y el alumnado crece día a día.
Galeano
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